Antes de comenzar, asegúrate de tener listo un buen lugar para bañarlo, en el cual éste se sienta cómodo, y puedas manejarlo con facilidad. Puedes bañar a tu perro en la bañera de casa, la ducha o en una cubeta con una manguera, dependiendo del tamaño de tu perro. Si lo vas a bañar en el interior de la casa, ten en cuenta una ruta de escape, los perros cuando están mojados no paran de sacudirse el agua.
No bañes a tu perro justo después de comer, entre los nervios y el agua puedes causarle un corte de digestión. Espera mínimo tres horas después de su última comida.
Sé respetuoso con el medio ambiente. Nunca bañes a tu perro con champú en un lago, río o playa, porque el champú contiene sustancias nocivas para el medio ambiente que podrían matar a otros animales. Además de estar prohibido en la mayoría de municipios.
Lo primero que debemos intentar es que el del momento del baño sea un juego para que nuestro perro pierda el miedo a bañarse. Nosotros les transmitimos nuestras emociones, así que no debemos estar tensos o nerviosos o ellos también lo sentirán. Es importante hacerle mimos y atraerlo a la zona de baño con juegos. Llévale alguno de sus juguetes, para tener su mente desviada del baño y centrada en su dueño y los juegos.
Cepilla al perro antes de bañarlo para eliminar el pelo muerto y que el baño sea más efectivo.
La bañera debe estar vacía y utilizaremos la manguera o la alcachofa para remojarlo. El agua debe estar templada tirando a caliente pero sin que llegue a quemarnos a nosotros. Quita el tapón de la bañera, para que no se llene ni forme un lago, el agua debe salir por el desagüe.
Empezaremos a mojar a nuestro perro desde el cuello hacia la cola con mucha suavidad y masajeando la zona. Exceptuando la zona directa de sus ojos, nariz u orejas, la cual mojaremos solo con la ayuda de nuestras manos, para que el agua no penetre.
Cuando esté bien mojado, pondremos el champú o jabón específico para perros (su PH es muy diferente al nuestro y otro tipo de jabón puede provocarle irritaciones o alergias) y masajearemos todo su cuerpo. No olvides lavar las patas y por entre las almohadillas y dedos. Mucho cuidado con que el perro no se coma la espuma, o que no le entre en su nariz, boca u orejas, puede provocarle graves irritaciones, vómitos, diarreas o problemas digestivos.
Cuando nuestro perro esté bien enjabonado, toca quitarle el jabón con la ayuda del agua a temperatura regulada. Lo recomendable es enjuagarlo dos o tres veces para que no queden restos de jabón.
Si es verano o primavera y tenemos un buen día con temperatura agradable y cálida (alrededor de los veinticinco grados) podemos dar un paseo con nuestro perro para que se seque de forma natural. Sino lo ideal es secarlo con toallas secas, tantas como sean necesarias hasta que quede mas o menos seco. Ten en cuenta que cuando están mojados, los perros sienten esa necesidad de sacudirse de inmediato.
También podemos utilizar un secador, pero ¡ojo! a mínimo 30 centímetros del cuerpo de tu perro para evitar resecar su piel. El secador tira aire muy caliente, así que nunca lo pegues mucho a tu perro. Un buen truco para evitar quemarle, es poner nuestra propia mano en la zona que estemos secando.
Ahora que nuestro perro está seco, coge unas gasas o un algodón húmedo y sécale el interior de sus orejas para limpiarlas y así evitar una otitis.
Lo ideal es bañar a tu perro una vez al mes, pero es cuestión de sentido común, si tu perro vive dentro de casa, está limpio, no huele y por costumbre no suele mancharse en los paseos… pues quizás en vez de un mes, puedas dejar dos meses entre baño y baño.
Si tu perro tiene una herida abierta o ha sido operado recientemente, debes esperar a que esté completamente curado. Si tu perro está enfermo, debes esperar a que esté completamente recuperado antes de bañarlo. Consulta a tu veterinario.
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